El rostro sonriente de Bruce apareció por la puerta abatible del despacho de la doctora Thompkins, con la tranquilidad del que es dueño del mundo. Leslie le dedicó al muchacho asustado que siempre sería para ella una mirada condescendiente. -No esperaba que vinieras tan temprano- dijo. -Visita sorpresa- respondió-. He venido a hacer una donación al centro. -¿Por algo en especial?- preguntó con un cierto recelo. -Porque hoy brilla el sol, mismamente. Sacó de su bolsillo un talonario y lo depositó sobre la mesa de Leslie, intencionadamente junto a la tarjeta del reverendo McGuyrich. Para el asombro de Leslie, cogió un taco de papeles, lo colocó junto al talonario y escribió algo sobre él. Luego, sin haber escrito nada en el talón, lo arrancó del talonario y se lo entregó a la doctora. Leslie leyó la inscripción en el taco de papeles. “Micro oculto en tarjeta de visita”. -¿Tienes ya alguna idea de en qué lo vas a invertir?- preguntó Bruce. Leslie le dedicó una mirada de astucia. -Tengo algunas ideas. Permite un momento. Sacó del cajón un plano de la clínica, lo desdobló sobre la mesa (justo encima de la tarjeta) y cogió un lápiz. -Hay un par de zonas de la clínica que necesitan un pequeño repaso. He pensado que aquí- y empezó a escribir sobre el mismo taco de papel- se podría construir un pequeño almacén para los medicamentos. Aún necesitaríamos los permisos para tener nuestro propio laboratorio, pero sabes que ese también es un proyecto que tengo en mente. Bruce leyó. “¿Tiro la tarjeta?” -No me habías hablado de ese proyecto. Permíteme que tome notas y lo hable mañana a primera hora con la teniente de alcalde. Juego con ella al golf. Sacó una pequeña libreta de su bolsillo, pasó las páginas junto a la tarjeta y garabateó en el taco de papeles. “Le puedo sacar partido, sólo ten en cuenta que está aquí”. -¿No puedes hablarlo directamente con el alcalde?- preguntó Leslie. -Puedo, pero como mañana juego al golf con su teniente, pensé en aprovechar la oportunidad. Cubrir dos frentes, ya sabes. -Entiendo. ¡Santo cielo, Bruce, un millón de dólares! No tenías que haber donado tanto. ¿Por qué eres tan generoso? La mirada de Bruce lo decía todo. Leslie se encogió de hombros y sonrió burlonamente. -Te lo mereces. Estás haciendo un trabajo magnífico en esta clínica. -Ya, pero un millón de dólares…- decían sus labios, mientras sus ojos decían “¡dame, dame, dame!” -No hagas más sangre, Leslie- le cortó Bruce con una sonrisa de resignación-. Espero que mi banquero me diga mañana mismo que el talón se ha hecho efectivo. -Se hará, no te preocupes que se hará. Bruce recogió su abrigo y el taco de papeles, dedicó a Leslie una última mirada medianamente asesina y se despidió, dejando a Leslie sonriendo con picardía. Al pasar por la recepción, rellenó un talón por valor de un millón de dólares para la clínica Thomas Wayne.
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